Mi celda- Jaime G.I

Mi celda es lúgubre, oscura y húmeda; amarga y pensativa. Serena, nocturna y voraz. Feroz. Es poderosa, y dominante; esclava de mí mismo, y yo preso de su cadena. Mi celda es atormentada, fiel y maloliente. Alcohólica y fumadora. Mi celda es atractiva y atrayente. Mi celda  es mi arma y mi escudo; mi patria y mi bandera. Mi cabeza.

 

Escribo aquí desde que tengo uso de razón; o puede que incluso antes. Desde que sé que las noches se juntan con los días justo en el instante donde el sol le hace el amor a la luna; y hasta donde sé que el horizonte le hace el amor al cielo. Cuando la barra del bar está aún seca, y hacia ese momento al despertarse, donde el cuerpo te pide el primer chute de nicotina del día  ¡Adoro las palabras! Adoro ese poder de infligir esperanza y paz; calma y dolor. Esas palabras hermosas y duras que causan afecto y añoranza. Esas palabras de amor, guerra y sexo. También adoro el sexo. Y esas palabras de felicidad. El poder que tiene una palabra no lo tiene un político; aunque estos las utilicen con eufemismos y comillas mágicamente transparentes para desestabilizar los subconscientes, y hacer que no sepamos de lo que hablan. Las palabras crean cine, y películas. Y crean una deliciosa aura de poder a todo aquel que sabe materializarlas en frases y textos bellos y emotivos. Las palabras son importantes, así como el saber cuándo utilizarlas. Y además…whisky también es una palabra.

 

Y. ¿ Sabes cuándo me di cuenta? Pues fue justo ahí; justo en ese instante. En ese pequeño "clic" que salta en tu cabeza como un resorte. Justo cuando observé al Sol enfriarse y a los árboles ser mecidos sin viento; cuando el reloj amordazó mi muñeca, y sus manecillas señalaban el mismo camino; cuando el aroma del ambiente se construyo con alegría y alergia, cuando poseía poesía y cantaba los bailes. Fue justo en ese instante, donde me di cuenta que soy un preso, pero que mi celda tiene colores, y las palabras brotan solas. Me di cuenta que soy un reo feliz, libre, de una mujer aniñada, loca y bella hasta la saciedad. Soy preso de su saber estar, sus paletas separadas, y de esa mirada cálidamente congelante. Soy preso de estar enamorado de Ella; y eso, me hace correrme del gusto.